Sobre Dacia
23/7/2025
Dacia Bigster ha irrumpido en el mercado europeo de los C-SUV con una oferta única en el mercado. Su lanzamiento, de hecho, fue sencillamente espectacular, y antes siquiera de que las primeras unidades llegaran a los concesionarios, ya había acumulado más de 12.000 pedidos en toda Europa.
Esta hazaña es doble si consideramos que se trata de un vehículo que se dirige a un segmento en el que Dacia no estaba presente —el del C-SUV—, ofreciendo elementos de equipamiento, potencias de motorizaciones y una capacidad interior que no eran las acostumbradas por la marca, pero manteniendo su máxima de mejor relación valor-precio del mercado.
¿Cómo lo ha conseguido sin aumentar su precio y, por tanto, ahuyentar a un público que exige una ajustada relación valor-precio? Las claves, podría decirse, han sido dos: conocer lo que los conductores suelen pedir a un coche del segmento C-SUV y lograr una ventaja competitiva en costes que es la envidia de la industria.
Para Dacia, el proceso de diseño de cualquiera de sus coches comienza con una pregunta: ¿qué creen los clientes que es genuinamente indispensable? Y a partir de ahí, se empieza a construir un armazón de ideas y tecnologías. Para el lanzamiento de Dacia Bigster, sin embargo, la marca tuvo que ampliar sus horizontes, y es que estamos hablando de un vehículo bastante más grande y con mejores acabados. Surgió entonces el concepto “elevated essentials” o básicos sofisticados , que engloba todo aquello que los conductores consideran imprescindible en un coche del segmento C-SUV y que abarcaba desde el equipamiento, la oferta de motorizaciones hasta el confort, la habitabilidad, la insonorización…
Cuando Denis Le Vot, CEO de Dacia, se propuso entrar en el segmento C-SUV sabía que la competencia no se lo iba a poner nada fácil. Consciente de ello, puso su mira en el consumidor alemán, uno de los más exigentes y con mayor capacidad adquisitiva de Europa. Si podía seducirles a ellos, podía llegar al resto de Europa.
El estudio de mercado que realizaron para conocer mejor el mercado reveló detalles como que los conductores germanos jamás se plantearían un coche sin climatizador automático, y que elementos como el portón trasero automático debían existir al menos como opción. De igual forma, elementos como los asientos refrigerados no entraban en los planes del conductor objetivo.
Seleccionando correctamente estos elementos y atendiendo a datos como que solo el 25 % de los consumidores querría una tercera fila de asientos, la industrialización del coche y las negociaciones con los proveedores se simplifican drásticamente. Es un coche más sencillo que la competencia, lo que redunda en dos grandes ventajas: una mayor fiabilidad y una ventaja competitiva en costes que Dacia calcula en el 15 %.
Le Vot, después de todo, fue ingeniero antes que CEO, y sus decisiones industriales están marcadas por el pragmatismo que con los años ha venido a definir los valores de la marca. Por ejemplo, Dacia no solo utiliza la plataforma CMF-B del Grupo Renault como base para la mayor parte de su catálogo, sino que conserva gran parte de la estructura en sí misma, que en el caso de Dacia Bigster, y sus 4,57 metros de largo y 1,81 de ancho, incluye unos pilares A prolongados 50 mm en relación a Dacia Duster.
Esta simplificación se extiende a las negociaciones con los fabricantes de componentes. En lugar de entrar en un tira y afloja, Dacia mantiene una política de precios claros con sus proveedores: con el despiece del coche ya completo, fija un precio para cada componente y deja que cada proveedor presente sus propuestas.
Con esta aproximación, consigue evitar sobrecostes y simplifica aún más la técnica de sus vehículos. Un ejemplo es el mencionado portón trasero con cierre eléctrico de Dacia Bigster. Con un coste interno que no admitía alteraciones, finalmente se diseñó con un singular mecanismo que combina un puntal eléctrico con otro hidráulico. Económico, pero a la postre tan funcional como sistemas más caros.
Finalmente, el coche se ensambla y distribuye usando una de las cadenas más optimizadas de Europa, con un aprovechamiento del espacio extraordinario, una gran integración con los proveedores y una optimización de recursos tal que le permite fabricar un coche cada 30 segundos a lo largo y ancho de su gama.
Solo a través de esta ventaja competitiva en costes, Dacia puede ofrecer un coche tan completo como Bigster (aquí sus principales características), que combina todo lo esencial para el conductor medio con el refinamiento que cabe esperar de un coche de su segmento.
Desde sus probadas mecánicas (hybrid 155, mild hybrid 140, mild hybrid 130 4x4 y mild hybrid-G 140) al uso de molduras protectoras de plástico tintado en lugar de pintado, más resistentes a los arañazos, Dacia Bigster exuda esa simplicidad tan característica de la marca. Y al mismo tiempo, presenta detalles como una gran pantalla multimedia incluida como elemento de serie y extras como el techo solar panorámico (en la versión Extreme viene de serie) o la consola central refrigerada, necesarios por su misma orientación familiar.
Suma a ello un maletero que alcanza los 702 litros de capacidad (667 l norma VDA), los kits de camperización o la posibilidad de dotarlo con tracción 4x4 (versión mild hybrid 130), ofreciendo uno de los C-SUV más atractivos del momento.
Un coche al que no le falta de nada, y que sin embargo tiene un precio que no parece propio de su segmento. Un nuevo hito en la historia de la marca, que mira más allá de lo estrictamente básico para llegar a la clase de conductores que quizás nunca se plantearon adquirir un modelo Dacia.